Mucha gente opina que lo más importante en la vida es tener buena salud, y lo cierto es que no puedo estar más de acuerdo.
Para mí es un pilar fundamental y lo afirmo con conocimiento de causa, pues, durante una larga temporada de mi vida, dicho bienestar ha brillado por su ausencia.
Lejos de pretender entrar en un controvertido discurso en defensa o ataque de lo que en los últimos tiempos se denominan “pseudociencias”, en estas líneas me quiero centrar en cómo la PNL puede ayudar a alcanzar y mantener un mayor bienestar a las personas que la practican, ateniéndome a la definición que hace de este término el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: “Estado de la persona en el que se le hace sensible el buen funcionamiento de su actividad somática y psíquica”.
Deseo explicar que he ejercido como profesional sanitaria durante más de una década, y que considero que esta disciplina no es sustituta de una supervisión médica especializada o de un tratamiento médico en los casos que así lo requieran.
Más bien lo estimo como un buenísimo y muy eficaz complemento, basándome fundamentalmente en mi experiencia personal y en su notable contribución en la mejora de mi calidad de vida, puesto que me permitió reducir una parte de los síntomas que padecía y los efectos psicológicos derivados de la situación de enfermedad.
La enfermedad es un estado que indica que el individuo ha dejado de estar en armonía y esta pérdida de equilibrio interno se manifiesta en el organismo en forma de síntoma.
TODO SINTOMA ES UNA COMUNICACION
Con el postulado “Todo síntoma es una comunicación”, la PNL revela que cuerpo, mente y emoción están relacionados y funcionan como una unidad indivisible.
Por tanto, todo lo que la mente piensa, no pasa desapercibido ni para el sistema emocional ni para el cuerpo, por lo que, cuando necesita ser atendido, se expresa en forma de síntomas (que, si no son tenidos en cuenta, terminan dando lugar a enfermedades…).
Ante una determinada experiencia vital, la PNL nos ayuda a descubrir cómo es la estructura subjetiva y a generar los estados emocionales adecuados, lo cual nos permite realizar cambios en el pensamiento y en nuestras conductas. Esto nos va a dar la posibilidad de generar muchas más opciones.
Existen infinidad de técnicas y herramientas de PNL que nos capacitan para trabajar en nuestros procesos de pensamiento y en las creencias limitantes que pueden afectar a nuestra calidad de vida.
Así mismo, nos pueden ayudar a desdramatizar una determinada vivencia, a mejorar la comunicación (tanto con nosotros mismos como con los demás), a trabajar y eliminar hábitos nocivos, miedos, traumas, etc.
Esto se consigue realizando una “reprogramación” de manera rápida y permanente, creando una nueva vía neurológica para los patrones mentales y emocionales nocivos almacenados en nuestro inconsciente.
Y, por supuesto, practicando, practicando y practicando, para que ese nuevo camino neuronal coja fuerza y sustituya al anterior.
Los pensamientos que emitimos, tanto sobre nosotros mismos como sobre las situaciones que nos han acontecido, tienen un papel protagonista en nuestro bienestar, y es fundamental hacer conciencia del enfoque que damos a cada uno de ellos.
Son los pensamientos los responsables de disparar una emoción, y, esta, a su vez, estimula la secreción de hormonas en nuestro cerebro que pasan a la sangre.
Cuando las emociones son desadaptativas y se mantienen en el tiempo, se producen alteraciones en nuestro sistema inmunitario y se pueden modificar también las estructuras celulares y el funcionamiento normal de las células y de los tejidos.
¡La que puede llegar a organizar un pensamiento!
He sido “pensadora compulsiva” durante mucho tiempo, manteniendo la inercia incontrolada de quedarme “enganchada” en un pensamiento (no precisamente positivo) y sé por experiencia lo nocivo que puede llegar a ser. También sé lo sencillo que es salir de ese bucle de pensamiento: con ayuda de la PNL, tomando las riendas y responsabilizándonos de la situación.
Sabiendo que, para conseguir resultados diferentes, hemos de tomar acciones diferentes y que, para ello, podemos utilizar herramientas que nos facilitan la realización de dichos cambios, para pasar a la acción en pro de nuestro bienestar personal.
Como decía Víktor Frankl: “Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”.