Cuando se producen los cambios de estación, especialmente cuando se entra en el otoño y en la primavera, muchas personas experimentan, a la vez, cambios en su estado de ánimo. Esta relación no es casual: en la transición a esas dos estaciones se producen las mayores variaciones climatológicas y de horas de luz del año, dos aspectos que influyen directamente en el funcionamiento fisiológico del cuerpo humano.
Mientras las temperaturas y la luz solar cambian fuera, el cuerpo tiene que ir regulándose para adaptarse a las nuevas circunstancias y, aunque es un proceso natural y apenas perceptible para muchos, en algunos casos puede ser más complicado, sobre todo cuando se trata de ajustar los niveles de las hormonas que inciden directamente en las emociones y que son especialmente sensibles a los cambios de estación.
¿Qué pasa en este sentido cuándo llega la primavera? ¿Cómo actúan las hormonas con la llegada de esta estación y cómo afectan a la regulación emocional? Te lo aclaramos todo a continuación.
Las emociones en la primavera
La llegada de la primavera supone un aumento paulatino de las temperaturas y de las horas de sol. En este contexto el cerebro encuentra el caldo de cultivo perfecto para mejorar con respecto al invierno los niveles de hormonas tales como la serotonina y la oxitocina, hormonas asociadas a la felicidad y a la reducción del estrés, y es por ello que tras el aletargamiento y la apatía de los meses anteriores, la emoción principal que embarga a las personas con la entrada de la primavera sea, en general, de alegría mezclada con exaltación, y unido todo a ello a un aumento de los niveles de energía.
Pero en este contexto en el que la mayor parte de la población asimila sin darse cuenta los cambios que la primavera origina en su interior y acoge de forma natural esas nuevas emociones positivas que van surgiendo con el cambio de tiempo, hay quienes sufren la llamada astenia primaveral que provoca en ellos sensaciones totalmente contrarias a las que están experimentando, por regla general, los demás.
Qué es la astenia primaveral
La astenia primaveral no es una enfermedad, sino un conjunto de síntomas de carácter leve que se dan en algunas personas cuando se produce el cambio de estación de invierno a primavera. Lo que hay que destacar es que se trata de unos síntomas transitorios y que son consecuencia de una dificultad de adaptación del organismo a los cambios ambientales que se están dando. Es decir, una vez que el cuerpo se adapte a las nuevas circunstancias, esos síntomas desaparecerán.
El principal síntoma que se suele asociar a la astenia primaveral es el de la falta de energía que se traduce en un cansancio y un agotamiento físico no relacionados con la actividad que realmente se hace, lo que genera cierta apatía. A estos niveles bajos de energía se suelen sumar alteraciones en el sueño produciéndose un estado de nerviosismo en el individuo que le lleva a que la irritabilidad le domine. Y todas estas emociones ‘negativas’ se ven incrementadas por el hecho de que alrededor se está experimentando que los demás están más felices y activos.
Como hemos dicho anteriormente, la astenia primaveral es un proceso transitorio que suele durar unas dos semanas, los días que necesita el organismo para adaptarse bien a la nueva estación. Una vez que ya se ha producido la adaptación natural a la entrada de la primavera, los síntomas desaparecen por sí solos dando lugar, de forma paulatina, a una experimentación de las emociones de alegría y entusiasmo generalizado.
Cómo afrontar esos cambios emocionales: Inteligencia Emocional
Tras todo lo comentado anteriormente queda claro que la primavera trae consigo un vaivén de emociones que en unos casos son de exaltación y optimismo y en otros de apatía y hastío. En este terreno entra en juego la Inteligencia Emocional de cada uno, es decir, la habilidad de cada persona para saber gestionar esas emociones con el fin de que fluyan de forma natural sin dejar que le dominen.
De los principales componentes que integran la Inteligencia Emocional, hay dos clave para afrontar los cambios emocionales propios de la primavera:
– Identificar las emociones: ser conscientes de que estamos experimentando unas determinadas sensaciones y etiquetarlas ayuda a ponerse en perspectiva y entender que son eso, emociones, y que se dan por unas circunstancias concretas.
– Autorregular esas emociones: aquí está la clave para que las emociones que se están experimentando esclavicen o no. Consiste en saber si lo que estamos sintiendo es permanente o estacional, aceptarlo y analizar si lo podemos usar o no incluso para un beneficio propio. Por ejemplo, la exaltación que algunos sienten en primavera la pueden usar para animarse a hacer más deporte que canalizará, a su vez, el exceso de entusiasmo; y en el caso de las personas que experimentan astenia primaveral, además de reafirmar que es alto transitorio, deben escuchar a su cuerpo en ese periodo dándose, por ejemplo, más ratos de descanso, o evitar llevar a cabo actividades que supongan tener que concentrarse en exceso.
En conclusión, ese dicho de “la primavera, la sangre altera” que tanto hemos escuchado no es nada desacertado. Lo que hay que conseguir es asimilar de forma natural esa alteración que se produce y dejar que fluya hasta que nos sintamos completamente adaptados a la nueva realidad estacional.
La Inteligencia Emocional además de prepararte para manejar con éxito los vaivenes emocionales propios de los cambios estacionales te ayuda a afrontar múltiples situaciones de la vida. ¿Sabías que puedes trabajarla y potenciarla? En nuestra Escuela de Coaching te podemos ayudar a ello. ¡Infórmate!