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Aprender a mentir

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Encantado y engañado

Y es que, muchas de las habilidades necesarias para que los niños asuman una responsabilidad cada vez mayor por sí mismos y que vamos desarrollando según vamos creciendo, también nos permite tener más éxito si decidimos mentir.
Irónicamente, las habilidades que hacen que los padres se sientan orgullosos y complacidos por el desarrollo de sus hijos también son las mismas habilidades que más tarde permitirán al niño decepcionar y engañar a sus padres.

Desarrollar la capacidad de mentir

 

Planificación anticipada

Mentir con éxito requiere anticiparse a lo que puede suceder e incluso trazar un plan, buscar las excusas que se dirán y diseñar varios planes de contingencia.

 

Considerando la perspectiva

Un mentiroso exitoso considera la perspectiva de la persona a la que va a mentir, poniéndose en sus zapatos, considerando lo que parecerá creíble o sospechoso para aquel; le permite considerar el impacto de su propio comportamiento en el objetivo y afinar y ajustar su comportamiento en consecuencia… Los niños en edad preescolar no son muy buenos en esto porque a edades tan tempranas no se dan cuenta de que hay más perspectivas que la suya propia. Creen que todos piensan como ellos. A medida que avanzan hacia la adolescencia, los niños se vuelven mucho más capaces de ponerse en otras perspectivas.

 

 

 

Según un estudio de la Universidad de Toronto a la edad de dos años solo una quinta parte de los niños es capaz de mentir; con 4 años, el 90% lo hace; y la tasa aumenta con la edad hasta alcanzar los 12 años; siendo esto indicativo de su madurez cognitiva.

 

Habilidades del lenguaje y control emocional

Para mentir bien un niño también debe desarrollar habilidades del lenguaje, usando palabras para referirse a cosas que en realidad no están presentes… Mentir también requiere control emocional. Un buen mentiroso tiene la capacidad de fingir emociones que no siente, de sonar y parecer tranquilo, interesado, complacido o cualquier otro sentimiento requerido para la mentira en particular.

 

Recordando una mentira

Abraham Lincoln tiene la reputación de haber dicho que no tenía suficiente memoria para mentir. Pero no todas las mentiras requieren una buena memoria. Las mentiras en las que no se dice nada falso —Paul Ekman las llama mentiras de ocultación— no dependen de la memoria. Imagínate que cuando llega tu hijo del cole le preguntas qué tal ha ido su día. Él o ella puede contestarte e incluso contarte cosas del día sin mencionar el problema que tuvo justo a la salida del cole con un compañero. En este caso, no ha tenido que decir nada falso, ni usar la excusa que tenía preparada por llegar tarde, sencillamente ha ocultado una parte. Pero, imagínate que le preguntas directamente el motivo de llegar tarde. En este caso, sí tendrá que usar su excusa, recordando situaciones anteriores e imaginando posibles alternativas, y además recordarla más tarde.
Las mentiras ocultas requieren menos de esta habilidad… Contar una historia falsa demanda más capacidad de memoria del mentiroso para pensar estratégicamente… Una planificación tan sofisticada madura con la edad. Algunas personas nunca son muy buenas en ello, otros exhiben la mentalidad de un jugador de ajedrez cuando tienen seis años. Pero para la mayoría de los niños, esto se desarrolla a medida que crecen.

 

 

 

 

Estas habilidades —memoria, planificación, ponerse en el lugar de la otra persona, pensamiento rápido y conversación, y control de las emociones— son todas necesarias para que el niño crezca hasta la edad adulta.
Crecer y lograr la independencia significa que un niño ha obtenido esas capacidades, pero también debe adquirir la responsabilidad de elegir entre la veracidad y la deshonestidad.

 

Escrito por Zara Beltrán (formadora oficial de Paul Ekman International en Darte Business and Human School)
Ilustraciones: Juan Ignacio Beltrán
Referencia: Cómo detectar mentiras en los niños por el Dr. Paul Ekman