Los inicios del coaching vinculados al mundo empresarial han hecho que sean muchos los que sigan pensando que solo existe un tipo de coaching, el conocido como ejecutivo. Es decir, aquel entrenamiento que se hace con altos cargos de compañías para que desarrollen las habilidades que les convertirán en mejores líderes.
Pero esa es una visión muy simplista del coaching. Hace mucho que este opera mucho más allá del plano empresarial. Los coaches se dieron cuenta de que ese trabajo que conseguía la mejor versión de los ejecutivos se podía extrapolar y aplicar a cualquier persona para ayudarles en diferentes momentos de su ciclo vital a explotar su potencial, evolucionar o romper obstáculos que les están impidiendo avanzar.
Así, poco a poco, hubo coaches que pusieron más el foco en el desarrollo personal fuera de las oficinas y los despachos. Si a este interés de los propios coaches le sumamos una sociedad donde los cambios son cada vez más rápidos y exigentes y donde el individuo se enfrenta a situaciones más complejas, el nacimiento del coaching de vida ha sido algo natural e, incluso, necesario.
Qué es el coaching de vida
Aunque el término ‘coaching de vida’ pueda parecer muy ambicioso puesto que la vida es algo muy grande, en realidad es la mejor denominación que se le puede dar porque el fin mismo de este tipo de coaching es que las personas mejoren la relación que ellos mismos tienen con una o distintas facetas de su vida que no le están ayudando a disfrutarla plenamente.
El coaching de vida es un tipo de coaching personal en el que el coach va trabajar con un coachee sobre las dificultades vitales que le están impidiendo alcanzar su mejor versión.
Se trata de un entrenamiento de capacidades para afrontar el día a día desde una gestión más inteligente de las emociones que permite a la persona ser más eficiente a todos los niveles.
En definitiva, el coaching de vida es una definición de las aspiraciones y objetivos personales, el diseño de una guía o mapa para alcanzar esas metas y, en conjunto, un aprendizaje profundo de la propia persona.
Para qué sirve el coaching de vida
Algunas de las razones por las que se suele recurrir al coaching de vida son:
- Bloqueo personal: la persona siente que no avanza, no sabe hacia dónde se dirige…
- Bloqueo laboral: sensación de hacer siempre lo mismo o deseo de cambio de profesión.
- Bloqueo creativo: algo impide aflorar las habilidades.
- Problemas en las relaciones: la persona cumple el mismo patrón en todas sus relaciones, no establece relaciones duraderas, le cuesta relacionarse…
- Problema en la toma de decisiones: bloqueo a la hora de decidir, toma siempre decisiones incorrectas…
Y decimos que son solo algunas razones porque los motivos pueden ser tantos como personas y vidas hay. Es por ello que hay coaches de vida que se especialicen en una vertiente concreta como la laboral o la de relaciones para poder ser lo más efectivos en su entrenamiento.
Lo importante es que en el proceso de aprendizaje que se genera con el coaching de vida, sea cual sea la razón por la que se llega a él, la persona alcanza un autoconocimiento profundo que le permitirá gestionar desde entonces los cambios de forma natural para alcanzar las distintas metas que se vaya planteando en su camino.
Qué hace un coach de vida
Un coach de vida no le dice a la persona que acude a él pidiendo ‘ayuda’ qué tiene que hacer para salvar la situación de bloqueo. Si lo hiciera le estaría quitando al coachee su autopoder para descubrir y potenciar él mismo esas destrezas que le llevaran a alcanzar el objetivo marcado. El coach acompaña, pero no dirige.
En primer lugar, el buen coach trabajará con la otra persona para que ella misma defina de forma precisa y cuantificable el objetivo que se busca alcanzar puesto que si no hay dónde llegar, es imposible trazar el camino. Y después, mediante preguntas precisas, el coach llevará al coachee a un proceso de introspección que le permitirá plantearse rutas y métodos antes no explorados para ir, paso a paso, acercándose a la meta lograda. En este proceso el coaching no es sinónimo de motivación para darle aliento al otro, es en realidad la llave que abre la puerta del autoconocimiento.
Por último, es clave que el coach tenga claro que su trabajo se centra en la apertura de las personas y esto solo se consigue de forma efectiva si se acoge al otro desde una posición de igual, nunca desde una parte de soberbia o altivez.
Como puedes ver la labor del coaching de vida es fascinante en cuanto que puede hacer que otros que están dando solo el 10% de sí mismos pasen por la vida ofreciendo su versión más completa. Así que si estás buscando formarte para serlo, descubre nuestra escuela de Coaching.
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