Me lo he encontrado en varias empresas, en la vida de muchos autónomos, en la mía propia… Perder el propósito de tu actividad es desconectarse de la prosperidad del sistema.
Cuando alguien tiene algo verdaderamente valioso que dar a los demás, se produce un milagro… Algo se emprende… Un propósito ilumina las dificultades que aparecen, y un nuevo proyecto sale a la luz.
Luego llega la racionalidad, y a veces se pretende multiplicar el negocio, se segmentan las funciones de las personas, se cosifican, los roles se despersonalizan… Se ponen más ceros a las fórmulas… Solo importa aumentar la ganancia económica… Se perdió el verdadero propósito, se terminó la magia.
El propósito de una empresa va mucho más allá del dinero que cuesta, del que vale, o del que necesita… El propósito se apoya en el mismo corazón de las personas que lo hacen posible, en el servicio que prestan, en la sociedad que sirven y a la que aportan algo de valor.
Podemos ver la estructura empresarial como un nuevo modo de intercambio entre personas, de talento, de servicio y de recursos, cuanto más consciente… Más próspero, cuanto más pequeño, más libre.
Interesante iniciativa de Christian Felber: «Toda actividad económica sirve al bien común». Un poco romántico… Pero por algo habrá que empezar. La ingenuidad de pensar que moverse en los ámbitos voluntarios será suficiente… Ahí está el valor de este torero austriaco… Olé!
http://www.rtve.es/alacarta/videos/cronicas/economia-del-bien-comun-segun-christian-felber/1565286/
Celia Crespo Sánchez