El amor mueve el mundo, de hecho, el amor también llena de vida el mundo interior de un ser humano. Sin embargo, es muy importante evitar tener una visión reduccionista del amor al asociar este sentimiento, únicamente, con la relación de pareja. Es posible sentir amor en ámbitos muy diferentes: amor hacia el trabajo como muestra el ejemplo de la vocación, afecto hacia los amigos, amor hacia la familia, amor por uno mismo en forma de autoestima…

El verdadero enamoramiento es aquel que surge de estar enamorado de la vida. Cuando pones amor en las pequeñas acciones de cada día, entonces, también mejora tu grado de satisfacción con el presente pero además, estableces las bases necesarias para evolucionar como persona.

Llena tu vida de expresiones de amor, de actos que conecten con la belleza de tu verdadera identidad. Todo ser humano tiene una inmensa capacidad de superación personal, puede aspirar a lo mejor pero también a lo peor. Por tanto, no te conformes y aspira a dar lo mejor de ti mismo en todos los ámbitos de la vida. El amor llama al amor, cuanto más das más recibes. Cuanto más te implicas en tu destino, todo fluye mejor que cuando te colocas únicamente a la expectativa de recibir. No se trata de hacer cosas extraordinarias, sino de hacer acciones sencillas con mucho amor y con pasión.

Es importante aprender a dar valor a las pequeñas grandes cosas que son un reflejo de la belleza misma de la vida, una expresión de amor en sí mismas. Poner amor en las pequeñas cosas implica estar cien por cien presente en aquello que haces. Es decir, conectar tu atención a nivel física y mental con el poder del ahora porque las oportunidades se multiplican cuando aprovechas el momento oportuno.

El amor no se busca ni se encuentra sino que se crea cada día a través de la actitud con la que afrontas la realidad misma.

Foto – Salud 180