Autor: Jesús Mª Martínez del Rey
La RAE ha incorporado en la 23ª edición del Diccionario, publicada el 16 de octubre de este año, la palabra coach.
coach. Voz inglesa que significa ‘persona que prepara o adiestra a otra en algo, especialmente en la práctica de un deporte’
Esta definición ha sido literalmente transcrita del Diccionario panhispánico de dudas, donde se añadía que su uso es innecesario en español, por existir términos como entrenador y preparador, de sentido equivalente.
Unos días antes de la presentación en sociedad del Diccionario, Alex Grijelmo, decía en un magnífico artículo titulado El anglicismo depredador, publicado en El País: “En los espacios sobre talentos musicales nos presentan a un coach, voz que se propaga en detrimento de ‘preparador’, ‘adiestrador’, ‘profesor’, ‘supervisor’ ‘entrenador’, ‘tutor’, ‘instructor’, ‘asesor’, ‘formador’…”
Grijelmo es para mí uno de los periodistas que mejor utiliza el español y uno de sus más ardorosos defensores. No solo arrimo mi hombro a esa defensa, sino que algunos de sus libros forman parte de mi biblioteca personal como fuente de inspiración y consulta.
Yo soy coach. Sin embargo, ninguna de las palabras alternativas que sugiere Alex Grijelmo en su artículo de El País, definen con exactitud mi trabajo; y, a la vez, lo pueden definir (casi) todas.
EN CASA DEL HERRERO, CUCHILLO DE PALO
No estoy en la línea de incorporar términos fagocitados de otros idiomas, máxime cuando nuestro idioma es, las más de las veces, más rico que el idioma ante el que bajamos los brazos, cuando no los pantalones.
Yo que soy un defensor a ultranza del español, me dedico a una profesión que no tiene una palabra exacta que la defina en mi idioma. O sea, si no quieres caldo, toma tres tazas.
El enorme poder de la televisión ha puesto en el mapa la figura del coach. No solo en programas de talentos musicales, también en otros que hacen espectáculo de las carencias de un restaurante o de las habilidades culinarias de los concursantes. Términos como adiestrador, tutor, instructor o asesor son de correcta aplicación para estos expertos que evalúan y dirigen a los concursantes.
Igualmente, en nuestro imaginario colectivo está instalada la imagen casi mítica del entrenador americano de béisbol, de baloncesto o de fútbol americano. Un personaje, en muchas ocasiones, gritón y duro, que gusta de emplear métodos más que discutibles para motivar a sus jugadores. Nada más lejos de lo que es un coach.
¿Qué pongo en mi tarjeta de visita profesional? ¿Profesor? ¿Entrenador? ¿Formador? ¿Asesor?… Si pusiera profesor o entrenador:
- Las asociaciones profesionales podrían demandarme por no ser ni entrenador, ni profesor, aunque entrene y, en ocasiones, pueda hacer algo que se aproxime a la enseñanza.
- Tendría que explicar a mi cliente que no soy entrenador de fútbol ni de gimnasia rítmica, y que tampoco soy profesor de ciencias.
Algo parecido podría decirse de algunas de las otros términos propuestos. Un tutor se acerca más a un mentor, y un asesor más a un consejero…
FALTA PEDAGOGÍA
La profesión de coach es muy joven todavía. Apenas ha cumplido la treintena. Falta pedagogía. Echo de menos que las asociaciones profesionales dejen escuchar su voz, para explicar en los medios de comunicación cuál es nuestro trabajo. Echo de menos la necesaria claridad por parte nuestra para explicar con claridad, de manera que pueda ser entendido por cualquiera, que es lo que hacemos.
La historia de la palabra coach y su etimología nos puede ayudar mucho a clarificar qué hacemos y su porqué.
Pero esta será una próxima entrega.
Foto: Real Academia Española