Días antes de la llegada de Barack Obama a la capital italiana, donde iba a ser recibido por el Papa, el presidente de Estados Unidos afirmó: “Venga a Roma a escuchar al Papa.”
Un líder mundial reclamando la atención hacia otro líder tanto o más carismático que él, confiriéndole autoridad moral. Sorprendente en los tiempos que corren. No creo que nadie dude de que en esa audiencia, estaban frente a frente dos de los más grandes comunicadores de nuestro tiempo. Una frase dicha por cada uno de ellos o un mínimo gesto que realicen, adquieren dimensiones planetarias.
Neurociencia social
Vivimos un tiempo lleno de ruido mediático por el aumento del número de canales por los que se comunica, donde todo parece ser visto como “blanco” o “negro” y en el tenemos la sensación de que es cada vez más difícil entenderse, la actitud del mandatario del primer país del mundo hacia el Papa, resulta conmovedora por su humildad. Una recomendación que, cuando menos, debe hacernos reflexionar acerca de nuestra comunicación y, sobre todo, de nuestra capacidad de escucha. “Escuchar constituye un rasgo distintivo de los mejores directivos, maestros y líderes”, afirma Daniel Goleman en Inteligencia Social. En este libro, escrito en 2006, Goleman presenta los descubrimientos científicos posteriores a la aparición de Inteligencia Emocional, dando cuerpo a lo que denomina una nueva ciencia de las relaciones humanas, la neurociencia social. “El descubrimiento más importante de la neurociencia –afirma este psicólogo norteamericano- es que nuestro sistema neuronal está programado para conectar con los demás. La escucha atenta y cuidadosa promueve una sintonía fisiológica que armoniza nuestras emociones, orienta nuestros circuitos emocionales hacia la conexión que nos sintoniza en la misma longitud de onda que nuestro interlocutor”.
Daniel Goleman estima que la atención plena está en peligro hoy en día, porque nos ocupamos de varias cosas a la vez y vivimos inmersos en el ensimismamiento y las preocupaciones. Esto nos reduce la capacidad de conectar con los demás, de escuchar de manera totalmente receptiva, conectar con los demás; es decir, estar en sintonía con el otro
Una simple conversación de cinco minutos en el trabajo, o en nuestra casa, puede servirnos para que dejemos lo que estamos haciendo, aparcando lectura de un informe o dejando de mirar la televisión, para centrarnos en la persona con la que estamos y que requiere nuestra atención. Algo tan sencillo como imposible, en tantos casos.
Una persona que no se siente escuchada no se siente respetada. “Y cuando no nos sentimos valorados y respetados, la confianza en nosotros mismos y en los demás queda profundamente afectada y la baja autoestima y los complejos de inferioridad hacen presa en nosotros”, afirma el doctor Mario Alonso Puig en Madera de líder.
Rapport
No hacen falta ni siquiera esos cinco minutos, basta con poco más de uno. Eso es lo que dura el vídeo con las imágenes servidas del inicio del encuentro entre Obama y el Papa Francisco. Os invito a que quitéis el sonido. El presidente norteamericano aparece sentado, erguido y con las manos unidas entre las piernas, frente al Papa. Éste apoya sus manos unidas sobre la mesa que hay entre ambos, ligeramente inclinado hacia su interlocutor. Se miran de frente, separados por algo más de metro y medio. Los intérpretes de ambos acercan el oído a cada uno de los mandatarios a los que han de traducir.
Los puentes están tendidos, es el comienzo del baile, un flujo no verbal encaminado a conseguir la sincronía, la atención y una sensación de bienestar. La suma de estos tres elementos es lo que se conoce como rapport, una sensación que fortalece los vínculos interpersonales.
¿Has sentido alguna vez esa sensación con alguien? ¿Qué hiciste para conseguirla? Si no sientes que la hayas conseguirlo, nunca es tarde para comenzar a practicar la escucha. ¿Cómo vas a hacerlo?
Referencias: Goleman, Daniel, La Inteligencia Social, Kairós, 2006 Alonso Puig, Mario, Madera de líder, Empresa Activa, 2004
Vídeo:http://www.abc.es/sociedad/20140327/abci-obama-papa-francisco-roma-201403270827.html