Si bien en pequeñas dosis la auto-exigencia puede ayudarnos a avanzar en nuestros propósitos de vida, a superarnos un poco más cada día y a alcanzar metas que siempre hemos deseado cumplir a través de nuestro esfuerzo y constancia, tengo que decir que a dosis elevadas lo único que podemos obtener de ella es un auténtico generador de estrés acompañado de un comportamiento muy poco saludable para la persona que así lo padece.
La auto-exigencia, a la que suele acompañar el perfeccionismo, se produce cuando en cualquier faceta de nuestra vida o quizá en todas, queremos ir más lejos de lo que nuestras posibilidades reales nos permiten; algo así como querer alcanzar metas inalcanzables en este momento actual o querer abarcar muchas cosas que requieren de nuestra atención, trabajo y tiempo que es precisamente todo aquello de lo que no disponemos.
Nuestra sociedad y nuestra cultura favorecen en gran medida a aumentar ese nivel; el ritmo de vida que llevamos, como esta constituido nuestro mundo laboral , etc.. hacen que sobrepasemos continuamente nuestros propios límites y vivamos siempre en una auténtica competición y en un continuo “yo puedo” sin pensar en las consecuencias que ese “ yo puedo” conlleva ; y precisamente lo que conlleva es a una insatisfacción crónica de la persona que lo sufre por no LLEGAR al objetivo, a tener una BAJA AUTOESTIMA, a vivir en un continuo miedo al FRACASO, a necesitar el RECONOCIMIENTO de otros en todo momento, a tener el CONTROL de todo aquello que les rodea, a sentirse de forma habitual CULPABLES por cualquier situación, a tener PROBLEMAS DE RELACIONES con los demás y un largo etcétera que desembocan en graves problemas de ansiedad y angustia que, si no se gestionan adecuadamente, pueden acabar tratándose clínicamente.
Además de todo esto, la persona con un alto nivel de auto-exigencia y por tanto con un elevado nivel de estrés como consecuencia de la sobrecarga tanto física como emocional que lleva consigo, cuenta con un agravante más: la incapacidad de permitirse momentos de satisfacción, de placer, que sin duda son tomados como momentos de poca importancia y que le lleva a generar aún más insatisfacción e infelicidad a su vida.
¿Te reconoces ya en algunas consecuencias de esos “yo puedo”? ¿sabes ya si tu nivel de auto-exigencia es elevado? … pues te recomiendo seguir algunas de estas pautas que pueden ayudarte a vivir más relajadamente.
– Aprende a aceptarte tal y como eres, con tus fortalezas y tus debilidades, con la capacidad física y emocional que dispones, con tu energía y tu forma de ser. Olvídate del “no es suficiente” “yo puedo con esto y esto y esto otro”.
A cambio dedícate un tiempo a pensar en lo que has conseguido por tus propios méritos, en lo que has avanzado en esa faceta que tanto te preocupa. No pongas el foco en lo que te falta por hacer y pon toda tu atención en lo que vas consiguiendo.
- Aléjate del perfeccionismo. No todo sale siempre como lo pensamos o incluso como lo idealizamos. Lo importante es dar todo aquello que podemos ofrecer para que salga lo mejor posible y no lo más perfecto posible. Quita esa palabra incluso de tu lenguaje.
- Da la bienvenida a tu vida al “necesito ayuda”. No intentes adquirir más y más trabajo; da igual si es familiar, laboral … aprende a pedir ayuda , a decir “yo puedo hasta aquí”, a no cargarte con todo … delega, deja cosas sin hacer que no requieran de una gran importancia…
- Pon tus propios límites. Sólo tu sabes hasta donde puedes llegar sin que te falte el aliento o sin que acabes con tus días lleno de estrés y de angustia. Verbaliza esos límites a quien corresponda y haz conocer tus necesidades.
- No des tanta importancia al resultado de lo que emprendes y sí al camino y al sentido que te lleva a él.
- Olvídate de la culpa si algo no sale bien. Piensa en lo que has realizado y no cargues con elementos ajenos a ti; a elementos que no dependen de ti para que todo ruede. Tu parte está bien, has dado lo mejor de ti … quédate con eso. Deja la autocrítica YA.
- Busca tu tiempo de ocio, algo que realmente te guste a ti y no a tu entorno. Disfrútalo, vívelo con intensidad… relájate, siente una energía distinta al resto de la semana o de tu día a día y céntrate en ella.
- Recuerda que mostrar tu vulnerabilidad NO ES MALO. No poder con algo no es síntoma de debilidad, es aprender a quererte y a pensar en ti. Practícalo con frecuencia.
Recuerda que todo proceso de cambio, de desarrollo personal, de autoconocimiento , requiere esfuerzo y voluntad y por eso te invito, una vez más, a poner en marcha y de forma constante aquellos cambios que deseas realizar en tu vida. La auto-exigencia es uno de ellos y estoy segura que te permitirá vivir la vida de forma más acorde a lo que tú eres y no a lo que los demás esperan que tú seas.
“Nacimos para ser felices no para ser perfectos”…
GRACIAS