Autora: Marian Frías
Coge aire por la nariz, cuenta mentalmente hasta 6, para y sujétalo un segundo; suelta el aire por la nariz, vacíate contando de nuevo hasta 6, para, por un segundo. A esto se le llama respiración consciente. Es decir, ser consciente de que respiro, ser consciente de mi respiración, y desde esa consciencia de elegir como quiero respirar en ese momento.
Cuando paro, tomo conciencia y elijo, mi percepción, mi manera de ver el mundo cambia y con ello cambia mi mundo.
Seamos conscientes o no, respiramos todo el rato. Seamos conscientes o no, sentimos todo el rato. Este punto de partida me permite colocarme en una actitud de observar y observarme, cogiendo la suficiente perspectiva y espacio, entre yo y lo que siento, que me llena de posibilidades nuevas.
El mundo de las emociones ha pasado por muchos estados, por muchas catalogaciones e interpretaciones. Tradicionalmente tanto de manera científica como popular han sido vistas como las “bajas pasiones”, como algo a controlar, eliminar e invisibilizar. Si se tenían en cuenta estaban asociadas al descontrol, a la poca fiabilidad, incluso como un estorbo y un elemento que nublaba y obstaculizaba las decisiones y elecciones importantes de la vida, que debían tomarse con la cabeza, con la parte racional, con la “parte elevada” del ser humano.
Pero las emociones y su fuerza, no se podían invisibilizar, aparecen y surgen en la vida de cada uno de una u otra manera. Así que ante lo inevitable, la investigación se oriento a cuestionarse que ya que las emociones aparecían en los procesos de toma de decisiones, no estaría mal saber de qué manera intervienen y cuál es su influencia real, todo con el objetivo de que estuvieran “controladas” en un principio, y desde una perspectiva más flexible y sensible “gestionadas”. Es cuando se habla de la capacidad de que las emociones trabajen de “modo inteligente”, para no solo no obstaculizar, sino que algunos fueron más allá.
Ya que las emociones estaban presentes, y no solo en el corazón y en el estómago donde tradicionalmente se las instalaba, sino también en la cabeza, se busco entender como funcionaban para ir un paso más allá. El argumento es sencillo: ya que están, y no solo no son enemigas, ni peligrosas, sino que ayudan en la toma de decisiones, vamos a utilizar conocer su funcionamiento para utilizarlas a nuestro favor.
Las emociones y los sentimientos son tesoros, son mensajeros que llenan nuestra vida de información muy valiosa, para llegar a ser ni más ni menos que lo que somos y lo que queremos ser.
Las emociones son el centro de aprendizaje de la vida, del desarrollo personal, del encuentro conmigo y del encuentro con el otro. Ante cualquier emoción (que tendremos que empezar a reconocer, sabiendo que siempre estoy sintiendo y a nombrar, para contarme y contar lo que siento) podríamos hacernos las siguiente pregunta ¿de qué me está informando esta emoción? ¿Qué mensaje me trae esta “tristeza”, “alegría” “enfado”? es decir ¿para qué siento lo que siento? ¿Por qué siento lo que siento? ¿Qué pensamiento ha generado esta emoción? ¿Cómo puedo sentir más de esto, menos o diferente?
Detrás de las emociones hay pensamientos, creencias, suposiciones, valores… Saber lo que siento y gestionar eso que siento, poniendo el viento a mi favor para utilizar estos tesoros para la dirección de crecer y mejorar, es solo el primer paso.
Saber, entender y conocer el mundo de las emociones nos otorga el poder de ser escultores de nuestra vida emocional, de nuestros sentimientos, de elegir como quiero que me afecten las cosas, de elegir como y hasta donde, y hasta cuándo. No solo me ayuda a regular esas emociones más incomodas, sino que nos permite instalar más emociones agradables a nuestra vida.
Entender su funcionamiento alumbra mi responsabilidad de elegir como quiero sentirme. Para, piensa, pregúntate y respóndete ¿cómo me siento ahora mismo? El aprender a mantenerlo, transformarlo o cambiarlo es solo hábito y determinación. Por eso cada mes, aquí estaremos aprendiendo sobre el maravilloso mundo de sentir, saber y elegir lo que sentimos.
Te espero haciendo lo inevitable: SINTIENDO¡¡¡